Narrativa en oval.
Veo perfección y también ausencia de color.
Esa perfección matemática compleja de forma oval que se suma al arte de su textura semirugosa, en la que si acaso apenas se logran percibir al tacto microcráteres imperceptibles y casi intangibles en su superficie, como si fuera una especie de luna vista desde algún ángulo de su superficie.
La ausencia de color, reúne también la presencia de todos los colores, por lo que este objeto es capaz de representar luz: luz de vida y de creación.
Nunca me he cuestionado cómo es que se va formando paso a paso como una especie de stop motion.
A estás alturas de la vida, y de todas las cosas que me he preguntado a lo largo de mi existencia, no puedo creer que no me haya cuestionado esto antes.
De acuerdo, seguramente lo vi en alguna clase de Ciencias Naturales, pero francamente no lo recuerdo.
Me perdí esa clase.
O quizá fue esa ocasión que me distraje con una conversación en off, escribiendo recaditos a algún compañerito del salón o, quizá divagando en mis propios pensamientos mientras la maestra hablaba al frente sobre las facetas de su anatomía y desarrollo.
Pero ahora, mi curiosidad es tan grande, cómo el que me haya perdido la trama de una buena película.
No lo sé, últimamente creo que sólo puedo reconocerlo en el desayuno que espero ansiosa cada domingo, y, porque además me sería imposible quererle todos los días.
No es definitivamente para todos, no a todos hace bien, porque su abuso puede ser nocivo para la salud.
Y, aunque no es pan, para algunos es como el pan de cada día.
Algunos lo prefieren de un modo, otros de otro, pero al final, toda esa complejidad termina donde mismo.
Qué lástima que solo lo conozco así, en esta presentación y no en lo que pudo ser.
Es tan cálido como un horno a temperatura exacta, sin un grado más ni un grado menos:
Es, como una cápsula diseñada para crear vida.
Y en toda esta naturaleza tan sabia, y en todo este sistema tan perfecto donde no hay errores, no hay data, no hay error 404, nosotros irrumpiendo y corrompiendo su proceso, sólo por un momento de placer, pensando en darle gusto al paladar.
— ¡No puede ser!
Acabamos contigo.
¡Qué deseo tan efímero!
Fuiste creado para mucho más qué esto, y sin embargo… nos ganó el hambre.
Buen Provecho.
Aunque ante toda esta complejidad pienso…
Pudiste ser el canto que me despertase cada mañana a la hora exacta.