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Post 32: La evolución de la cultura en tiempos de cólera

La cultura como un medio de sanación en tiempos de crisis.

¿Puede ser la “culturización” de la cultura ser el mejor antídoto para la sociedad?

Si bien la cultura puede llegar a entenderse como ese conjunto de parámetros que identifican a una nación, pueblo e identidad. También es cierto que la cultura se ha sometido a una propia necesidad de transformación para ampliar sus propios términos como tal.

Y, ¿A qué viene esto? Hoy por hoy podemos llamar cultura a nuevas tendencias que van surgiendo en toda la extensión del sentido antropológico.

Sin embargo, en su estricto propósito, la cultura siempre tenderá a llevarnos a ese lugar que nos aporta una perspectiva de vivir y estar sobreviviendo desde un lugar mejor.

Entonces, ¿todo eso que llamamos cultura puede convertirse en un medio para generar un balance personal a nivel global?

La respuesta sería un SI.

La cultura representa en esencia muchísimas disciplinas con las que coexistimos diariamente, entre ellas el respeto al otro, la tolerancia, la diversidad, el arte y la manifestación del ser en su interior.

Cultura es el filtro y el cedazo de lo que consumimos hoy en día. Hablar de cultura debería de ser en teoría, un tema prioritario para amortiguar el daño futuro a lo que la humanidad (una humanidad cada vez más frágil y decadente) se expone cada vez con mayor facilidad.

La diferencia entre el ayer y el hoy, es que nos encontramos frente una brecha: un parteaguas que en general nos tiene al borde del límite, en el que es no es fácil distinguir para discernir entre lo malo y lo bueno, porque sucede… que de repente lo malo no es tan malo y lo bueno no es tan bueno, y todo eso se reduce a un nivel tan primario pero tal falto de orden.

Basados en ese principio, estaríamos frente a una especie de caos de entre ideologías, diferencias y diversidad en la que todo es válido.

Pero es posible re-ordenar el desorden, pues la solución a ello no radica en las diferencias sino en el respeto.

El problema es, que entre la ideología y la diversidad yace una especie de lucha y búsqueda por tener la razón, convirtiendo micro campos de batallas mentales en millones y millones de personas diariamente.

La bandera blanca.

El respeto cesa cualquier lucha innecesaria.

Imaginemos que tan solo somos una entidad en el macrouniverso, una entidad con vida llamada humanidad conformada por millones de personas que diariamente está en supervencia y algunos, en extrema supervivencia y aún asi: Somos el corazón de la tierra.

No basta con alimentarnos… sino ir más allá, donde está la necesidad de nutrirnos mental y emocionalmente.

La cultura como catalizador.

La cultura es el catalizador perfecto que le da sentido a nuestra existencia.

Años tras años, décadas tras décadas de estudio del hombre, el mismo hombre se ha zambullido en esa complejidad tratando de justificar su propia existencia, cuando la respuesta podría estar en lo más básico y absoluto: en la simplicidad.

La simplicidad es, la manifestación natural ordinaria y por naturaleza extraordinaria, del ser humano.

Pero, el concepto de “culturalizar” cualquier cosa, no es cultura. Cultura es aquello que inspira y que transforma.

Cultura es aquello que puede tocar las fibras de tu ser porque te identifica y porque te recuerda inconscientemente que eres parte no de “un algo” sino de un todo. Ese todo involucra tu historia y tu esencia sumándose al registro de tus antepasados porque es la manifestación íntegra de cada ser como individuo y en conjunto.

A nivel colectivo, estos tiempos demandan vivir un momento presente con la consciencia de un pasado, pero a la vez accionar la esperanza de ese futuro que aún no llega a través de acciones no basadas en el egoísmo sino en el bien común.

Más simple de lo que pensamos.

Es importante tomar con seriedad y total honestidad este tema, ser francos para descubrir de qué es lo que estamos alimentando nuestras mentes hoy en día, porque podríamos estar frente a una grave indigestión (y al borde del vómito) ocasionada por la sobre estimulación que no nos permite ver más allá y nos obstaculiza el sentir.

La cultura es el regalo que a la humanidad se nos ha obsequiado para trascender a algo mucho más grande que nosotros mismos: un legado ancestral.

Elevar la cultura representa una exhortación a esforzarnos como humanidad para dejar un legado mucho mejor del que se nos ha heredado.

Finalmente, fuera del egoísmo puro, no llegamos a esta vida para autosatisfacer necesidades propias, (¡que insípido destino sería ése tan infructuoso y banal!) sino a contribuir de manera generosa lo que somos, lo mejor que podamos llegar a ser, y aportar eso a la humanidad.

Tener una ingesta adecuada de valores nos permitirá generar cultura de calidad desde cualquier lugar, incluso desde nuestra propia trinchera.

 

Texto para convocatoria 2019 de wearecontent

 

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