Retratos de infancia.
Es interesante el poder al que sucumbe la imaginación, y el proceso de dar movimiento a una imagen estática para poder recrear hechos más alla de los bordes y las líneas de impresión del papel fotográfico.
He encontrado esta increíble fotografía que me ha inspirado ha recrear una historia desde lo propio y lo ajeno.
La imaginación me lleva a un tiempo pasado, a mezclar matices de mi propia infancia… los columpios eran de mis juegos favoritos. Me parecia emocionante la sensación del vientecillo que golpeteaba el rostro y ese hormigueo tan emocionante que producía cada ir y venir con la velocidad en aumento.
Vaya sensación de libertad y felicidad de aquel momento.
Hoy esta fotografía me invita a recrear esta historia:
Recuerdos en blanco y negro
* * *
Era justamente un domingo, probablemente del año sesenta y tantos. Lo sé porque ese día insistimos mucho a mi padre en ir a dar la vuelta al parque con mis hermanos y primos.
Era emocionante treparnos a ese Chevy enorme color azul, una reliquia de colección que sobrevivió por muchos años y décadas, un modelo particularmente especial, símbolo de supervivencia del régimen socialista, ícono emblemático de las calles de la bella Cuba.
Pero volviendo a la escena de hace más de cincuenta años…
Muy a regañadientes mi padre nos llevó de paseo dominical, no sin antes cuchichear entre dientes alguna conversación en voz alta consigo mismo.
Así era mi padre, de carácter osco y temperamental, y con un poco de problemas de autoridad.
Claro, si ese día ir al parque hubiese sido idea suya, consideraría habría sido la idea más brillante del planeta, pero al surgir de nuestra insistencia: unos “mocosetes”, le costaba ceder.
Aunque eventualmente siempre sabíamos que terminábamos por disfrutar cualquier momento entre esa sencillez que la vida nos ofrecía.
Rumbo al parque
Durante el trayecto nos encantaba ir atentos hacia el exterior, atentos a la gente, a las calles, a la vida que sucedía fuera de nuestro entorno, observando a la distancia en cierta forma, vidas paralelas a la nuestra.
Cada vez nos acercábamos más a nuestro Destino, el bello Parque Guadiana de la Gran Vizcaya, con dos leones esperándonos a la entrada: ¡era emocionante!
Entre risas y brincos como “chapulines”, nos sentíamos felices, era como entrar a otra dimensión, esa panorámica en donde aparecen personajes como el Globero, el Algodonero, La señora de las Gorditas de canasta, todo un folclor alrededor.
Era tan divertido el correr entre los árboles, respirando el aire puro de aquel entonces, acercarnos al Lago de los Patos y ver los pecesitos del estanque, y finalmente nuestra área favorita: los juegos metálicos.
Entre resbaladillas, el sube y baja y los columpios, toda nuestra energía captada en este recuerdo: Un retrato de infancia, entre Resbaladillas y columpios.