En el cúmulo de desechos se dibujan los colores más cálidos.
El amor entre objetos reciclados.
Ciertos días a la semana, ronda por la calle una tribu de naturaleza inquebrantable que ha sido forjada entre las ásperas calles de la ciudad.
A veces, logro distinguir ente la distancia a sus integrantes a lo lejos, todos juntos alrededor de su móvil amarillo con rejilla de cuatro llantas; en otras ocasiones, coincidimos de paso, intercambiando un cálido saludo, y en otros momentos, nos colaboramos con breves palabras de cortesía… cuando tocan a la puerta.
Hoy ha sido uno de esos días, de ésos últimos en que se protagoniza la voz con una ligera conversación. Hay humedad en el ambiente, queda un ligero chispeo de la furiosa tormenta que arrasó minutos atrás.
Mientras yo contemplo los residuos de la tormenta tratando de pensar en cómo resolver en atajos con lluvia de ideas que me abordan en la rutina creativa, esta familia tan particular, se acerca con ese saludo de costumbre para entrar a casa y llevarse los desechables de botellas plásticas que mi padre guarda tan celosamente durante la semana para ellos.
Especialmente el día de hoy, le he pasado la valiosa mercancía de mano en mano a la mujer de complexión delgada, baja de estatura y tez morena.
La familia Junk
Ella es la mujer de la tribu y madre de la familia; ella se aproxima con su pequeña de probablemente siete años de edad, de quien noto un brillo en su mirada, de carácter vivaz e inquieto.
La niña sonríe y se acerca a la par de su madre caminando con pasitos pispiretos algo graciosos. a la vez cubriéndose de las gotas con un paraguas color azul, mientras que su madre se cubre con una pequeña capucha que es parte de la sudadera con que se cubre.
Llama terriblemente mi atención la manera en cómo la madre se dirige hacia su hija… tan amorosamente, con una delicadeza y sutileza pocas veces vista, en realidad me conmueve y me enternece ese momento en que las veo partir de espaldas.
La madre reacomoda el paraguas azul que la inquieta niña lleva entre sus manos, cuidando aun así que no se moje más de la cuenta; mientras que la mujer, porta una sencilla sudadera gris empapada a medias por causa de la lluvia que le ha alcanzado, durante el trayecto rutinario del día a día, hasta llegar aquí.
El padre, el jefe de familia, aguarda a mitad de calle, junto con los demás chiquitines esperando el regreso de ambas.
Y juntos… continúan su camino.
[ Un momento que duró tan solo escasos minutos ]
En ese Instante y fracción no pasa por mi mente la calidad de vida de esta familia en especial. No pienso en sus necesidades o carencias, en su falta quizá de comodidad, en si tienen un gran televisor para ver películas, en si tienen la posibilidad de salir a comer fuera cada fin de semana, de vacaciones o cambiar de guardarropa dos veces al año como mucha personas lo hacen… me transportan a un posible esbozo de su vida, sintiendo su calidez como familia.
Ellos, han venido en busca de su diario sustento.
Dejándome un obsequio tan grande, de ese momento al poder contemplarles.
El amor siempre tiene un espacio y un lugar, en el que seguramente a estas horas de la noche, estarán compartiendo su cena en familia, imagino sus sonrisas, mientras yo comparto esta memoria… para no perderla jamás.