Desde adentro
Han pasado casi dos horas desde que Graydi cayó rendido en aquel sofá viejo situado dentro del abandono, con una tentativa oferta a un aparente descanso, lo más cerca que tenía al alcance y donde sus piernas no dieron para más.
Media noche
El reloj marcaba exactamente la media noche cuando Mr. Graydi abrió sus ojos abruptamente de nuevo tras sentir una inquietud interna en sus sueños o quizá de su inquietante entresueño… o quizá se trataba de algo tan real como una verdadera sombra.
No había nadie en aquella morada furtiva más que su alma, no había ninguna razón por la cual sentir una presencia de carácter extraño, cuando aparentemente el único acompañante era el crujir de las ramas ya crecidas, olvidadas y abandonadas por el tiempo que golpeaban incesante las ventanas como un toc toc que sonaba como un lamento constante.
Sin embargo había una atmósfera sutilmente densa.
El asomo de La Revelación.
El hombre se forzó a si mismo a volver al sueño tras el cansancio insostenible, aunado al cansancio físico Mr. Graydi cargaba ya de por sí una fatiga en el alma como si llevase un costal a cuestas llena de piedras tan uniformes como desiguales.
El reloj justo marcaba veinte minutos después de las 2 de la madrugada, cuando nuevamente azoto una inquietud que le rebasó completamente.
Esta vez sintió una especie de sofoco que le impedía despertar del todo; adormecido, fue capaz de abrir los ojos pero incapaz de moverse, invadiéndole una desesperación terrible al presenciar sonidos que no deberían estar ahí.
Escuchaba el rechinar de los muebles como si éstos estuviesen siendo ocupados al momento.
Escuchaba el roce de de la ropa como si alguien se aproximara rápidamente hacia él. Todo ésta atmósfera estaba sucediendo al momento en aquel espacio que solo era iluminado por la luz de la luna que se traslucía a través de los orificios y el desgarre de las cortinas delgadas y atemporales.
Súbitamente, la proyección de la luna, entre las luces y sombras, comenzó a aparecer la silueta de un hombre desdibujado.
Lentamente Mr. Graydi empezó a recobrar el movimiento y quizá la conciencia, poco a poco, enfocando aquella silueta que se formaba. Su corazón latía rápidamente, acelerando cada latido como una rumba sin ritmo que invitara a ninguna amena danza, invadiéndole un miedo que no conoció antes jamás.
Sombras, nada más.
El hombre aún inmovlizado, no puede quitar la mirada de aquella sombra presente. Más consciente y recobrando el enfoque, empieza a percatarse que aquello va dejando de ser sombra, pero no se desvanece; al contrario, empieza a cobrar vida revelando cada vez más a detalle una viva personificación.
Mr. Graydi queda impávido una vez que la imagen se revela ante él, pues se llevaría la sorpresa más grande de su vida. No comprende que es lo que está sucediendo, y francamente… yo tampoco.
En ese instante, empieza a rodar una película fílmica en su cabeza, empiezan a llegar recuerdos de su vida, pasajes de su historia, y entonces empieza a comprender que está atrapado en un tiempo que no es su tiempo; en un plano dimensional que no es su plano.
Un día de esos tantos días Mr.Graydi simplemente desapareció y nada se supo de él. El destino y las coordenadas se encontrarían un buen día creando un portal dimensional, llevándose su vida a otro tiempo y a otro espacio, dejándole a su suerte y a la deriva por tal vez una eternidad.
Aquella sombra revelada tras las bambalinas a la luz de la luna… era él, buscándose a sí mismo.
Fotografía de portada: moninaLab
Querido lector, si has llegado hasta aquí, quiero agradecer tu tiempo y compartirte un poco el proceso de esta segunda parte en el que concluye esta historia: Tratar de fluir con la Imaginación bajo la inspiración de un café que terminó por enfriarse porque las letras resultaron más inspiradoras que el Nescafé, resultó realmente interesante ir dictando lo que mi mente recreaba al momento de escribirla, casi como ir entretejiendo las palabras en la búsqueda de la experimentación abordando este género con una pequeña dosis de misterio.
¡Gracias! ¡un abrazo!.