Hay momentos en que querrás olvidar…
Lo que fuiste.
Era una tarde lluviosa de agosto, alrededor de las 18:00 hrs., no tan tarde a decir verdad, pero en ese momento la manecilla marcaba esa hora exacta, instante preciso en que las nubes de blancura opaca empezaron a apagar la luz el cielo.
John Graydi, el personaje en que se centra esta historia, se encontraba vagando por las calles de un pueblo olvidado… el más olvidado que pudiese existir sobre la faz del planeta.
Bajo un escenario más que triste, lúgubre y olvidado por la memoria de muchos que habitaron aquel pueblo a punto de convertirse en una entidad fantasma, sin siquiera la posibilidad de ubicarse en el mapa, ni por geolocalización.
Eran ya pocos sus habitantes de alma vieja, permaneciendo solo aquellos que se rehúsan a dejar parte de lo que son, o mejor dicho de lo que fueron alguna vez, esperando el desenlace final de su propia historia.
Pero volvamos a la historia ¿Que hacía aquel hombre de apariencia extraña de look forastero a la luz de la ya próxima luna naciente?
Un sin rumbo
Mr. Graydi no tardo en percatarse que en realidad estaba perdido, aunque no quería y no podía admitirlo, porque ciertamente… estaba solo. Sólo él y su travesía y probablemente, huyendo de algo o de alguien. ¿De las circunstancias?, ¿De sí mismo? o ¿De un tercero?. En este momento no sabría decirlo con exactitud.
18:45
Han pasado 45 minutos desde que John G. llegó a aquel lugar tan inhóspito y con gente que a pesar de la soledad no resultaba ser hospitalaria, todos eran cual viles fantasmas vivientes, supongo que entre almas fantasmas no se distinguen al topar unos con otros, cada quien cargando con sus propias penas.
Todos esperan, convocados por un silencio de campanas; todos esperan, sombra a sombra, que por sus ojos hable el alba. Sara de Ibáñez
La sombra
Graydi siguió su camino, por uno de los senderos entre aquellos lodazales que formaban parte de la mancha no urbana. Se aparto y siguió adelante; no había recorrido siquiera medio kilómetro cuando llegó a una especie de matorrales de apariencia siniestra que cubrían la visibilidad de lo que había más allá, pero la luz de la luna iluminó su curiosidad por seguir e investigar de lo que trataba aquello.
Era una casa, evidentemente abandonada, apenas visible entre la maleza.
Graydi no tenía opción, tenía que entrar ahí para resguardarse por lo menos temporalmente, y explorar cualquier cosa que pudiese significar algo como supervivencia extrema.
Estaba cansado… de vagar sin rumbo y desde tan lejos.
El hombre se acerca despacio, tratando de no violentar bruscamente el acceso a pesar del visible abandono (ante todo Graydi era un hombre Cabal. Perdido, pero cabal), al aproximarse a la puerta, ésta se encontraba entreabierta, por lo que ya mas confiado entro sin dudarlo.
Aquella casa no estaba vacía.
Todo parecía en su lugar, había objetos, muebles, comida enlatada, aún rebosantes las alacenas llenas de algo que podría ser totalmente comestible, ver todo aquello fue una gran causa y motivo de gran felicidad en el hombre. Por fin, un poco de receso y descanso. O al menos, lo que creía.
12:00
Graydi cayó rendido después de probar algunos enlatados, por lo que se sumergió en un profundo sueño aunado al cansancio.
El reloj estaba a punto de marcar las 12 horas, cuando Graydi en entresueños sintió una mirada de caractér fija y penetrante, por un momento creyó estar dentro de su mismo sueño, pero aquella sensación iba en aumento, generando una especie de inquietud que lo hizo despertar bruscamente. Abrió lo ojos, No había absolutamente nadie.
continuará…
Buenísima historia Erika, te felicito. Ya estoy con intriga por conocer cómo sigue!
Mil gracias Andrea! me alegra que te haya gustado! Saludos! un abrazote! 😀