Recolección de piezas.
Porciones de un todo .
Tarde de fragmentos. Es media tarde, un tanto nublada, y apenas hay una leve esperanza para que algunas gotas de lluvia se hagan presente este día como parte del panorama bajo un cielo grisáceo.
Para esto, me he topado con esta frase que me ha encantado sobre la sensación de días así. Mentiría si afirmo conocer la vida y obra de Mario Prayeras, sin embargo buscando en el universo World Wide Web, encontré esta cita que me parece tan hermosa como sustancial en base a su concepto y percepción tan emotiva.
Dos cosas más aprendimos en la lluvia: cualquier sed tiene derecho cuando menos a una naranja grande y toda tristeza a una mañana de circo, para que la vida sea, alguna vez, como una flor o una canción.
Siempre he pensado que en días así, se respira un aire entre fresco y húmedo donde brotan trozos de inspiración extra melancolía como un bonus momentáneo, imposible de dejarlo escapar.
Debo decir que hoy, resulta ser uno de ésos días como para mirar en retrospectiva, (supongo yo, es el clima que se adecua a la perfección del momento presente con la esperanza de la tal lluvia que se avecina) y pensar en el conjunto de muchos ayeres, no como un lamento boliviano dirían los Grandes Enanitos Verdes, sino como un gran collage saturado de vivencias. acumuladas por los años y por el tiempo.
Los fragmentos
Este collage me hace pensar que hay retazos de la vida que merecen ser parte de la gran “picture”, y eso no significa dejar fuera de escena las vivencias no tan gratas, o de momentos que se tornaron difíciles en el trayecto, o de experiencias dignas de ser olvidadas, más que recordadas; absolutamente todo se suma junto a aquellas ésas sensaciones totalmente opuestas, haciendo de todos éstos pequeños fragmentos un a gran pieza de matices únicos.
Cada pieza tiene una razón de ser y de estar.
Llega a mi mente, el peculiar estilo del arte Patchwork, sumamente conocido como un estilo tan peculiar conformado por piezas tan diferentes que se amalgaman y armonizan en un mismo espacio. ¿Recordarás esas clásicas colchas gruesas, casi por lo regular elaboradas a mano por las abuelas, no?
* Fotografía de último minuto, cortesía de uno de los Patchwork realizados por mi madre, dedicado para incluir especialmente en este post.
Todo un arte en el que la mujer deja parte de su vida entre hilos y agujas, inspirada por su alma, su historia, y mucho de su creatividad.
¿Qué no son esos los fragmentos, que en gran medida nos representan como individuos?
Apuesto que sí.
Si bien es difícil encontrar la definición de la palabra fragmento, fuera de tecnicismos, Cassandra Claire, la define como: “Somos todos los fragmentos de lo que recordamos. Tenemos en nuestro interior las esperanzas y los temores de aquellos que nos aman. Mientras haya amor y memoria, no existe la auténtica pérdida.”
Al abrigo de esta reflexión, debo decir que en gran medida, reconozco cada fragmento de mi vida como parte ese todo que me hace sentir feliz en este particular momento, sin deseos de cambiar absolutamente nada. Tengo pleno convencimiento, de que dependiendo de la perspectiva de cada individuo, hace que estos “retazos” o fragmentos de la vida tan irregulares, imprecisos e imperfectos adquieran una forma tan armónica o, un verdadero Frankenstein.
Hoy domingo, coincide con uno de muchos domingos que han transcurrido desde la primer publicación en este espacio.
Un espacio que a simple vista, desde su dimensión en pixeles, resulta ser un espacio de exploración continua, representando ese desafío que no esta preparado para concluir, sino a dar rienda suelta a más letras, expuestas con todo agrado a una transfiguración constante.
Concluyo ésta primera fase de 10 posteos de mi proyecto ambulante, en cuyo contenido quizá se vislumbran fragmentos que conforman parte de mi todo; o… probablemente no, quizá todo se trate solo de mera imaginación en vías de desarrollo.
Lo verdaderamente importante es la continuidad en este camino de palabras y dar la bienvenida a más letras por delante.