Recolección de piezas.
Porciones de un todo .
Tarde de fragmentos. Es media tarde, un tanto nublada, y apenas hay una leve esperanza para que algunas gotas de lluvia se hagan presente este día como parte del panorama bajo un cielo grisáceo.
Tarde de fragmentos. Es media tarde, un tanto nublada, y apenas hay una leve esperanza para que algunas gotas de lluvia se hagan presente este día como parte del panorama bajo un cielo grisáceo.
El carácter es la fuerza sorda y constante de la voluntad. Herni Dominique Lacordaire.
Y entre el carácter y el carácter, la diferencia la hace tan solo el contexto simbólico.
Y vaya que ¡si! porque realmente son dos cosas distintas. Pero en este caso, me gustaría abrir un espacio para plantear un posible complemento entre uno y otro término, desde la perspectiva del contenido y la forma.
Infinidad de escenarios en una infinidad de universos paralelos. K.S. (Kat Bon)
¡Qué tópico tan interesante! diría yo.
¿Cuál es el resultado de pensar en esta u otras posibilidades que nos acompañan durante el trayecto en nuestro camino?, presentes a lo ancho, y lo largo de la vida…
En algún lugar de América, nació un varón al cual llamaron Pedro Fierro. Aunque en realidad a Pedro Fierro jamás le gusto su nombre.
Dicen, que con el pasar de los años uno se acostumbra a todo, incluso a lo que no nos gusta; así que con el pasar del tiempo, y sin siquiera imaginarlo aquellas cinco letras definirían en Pedro gran parte de su esencia.
Retomar un tema como la máscara, me resulta en verdad fascinante, pues es tan rico y tan lleno de un todo que oscila entre lo místico y versátil, siendo difícil encontrar el arista precisa para comenzar a tejer esos hilos, podría retomar desde el origen en que la historia documenta la aparición de las primeras máscaras, siglos atrás… seguramente, terminaría tejiendo una enorme manta en punto de cruz. Pero ese no es el enfoque a abordar en esta ocasión, sino la máscara como parte de nuestra cultura, como parte de nosotros mismos enlazada a algo mucho más profundo.
Se dice que una imagen vale más que mil palabras, y ¡es verdad!, pero… sólo a veces. Es casi un hecho que por tradición o quizá por alguna clase de enigma que nos caracteriza a la mayoría de los terrícolas es, que aquellas memorias que conservamos resultan estar retratadas en la colección de los álbumes familiares y que casi siempre, si no me equivoco se encuentran perfectamente acomodados en algún rincón del librero a los que en momentos de nostalgia o anhelo recurrimos a ellos.
Si, ese tic tac del reloj marcando hacia adelante cada milésima de microsegundo como una especie de soneto, alineado y al compás del tiempo, todo parece transcurrir más rápido de lo normal. Cada que volteo a ver el reloj de pared me percato que cada hora transcurre como si fuesen segundos. ¡Por fin!: Llegó a la hora exacta!.
En algún momento de tu vida seguramente te has topado con esta situación: reaccionar o tomar una acción inmediata ante algo no previsto, no planeado… sin embargo, sucede.
¿Es acaso que en realidad encierra un misterio su mudez? Investigando un poco acerca de la octava letra del alfabeto, y quizá remontándome a sus orígenes es que espero poder descifrarlo. Así que comencemos por el principio.
Érase una vez, de acuerdo a sus orígenes, que la historia hace alusión a sus primeros tiempos, a su nacimiento como letra cuando la parió el alfabeto, encontré que se deriva del hebreo heth, término que en lenguas semitas significa “cerrado”, que ya de inicio… me parece que empieza a adquirir cierto sentido lo que representa esta misteriosa letra.
De manera extraoficial es que la puerta de bienvenida se abre a un espacio donde las letras tienen una cabida amplia y extensa; a lo largo, a lo ancho y con la oportunidad de explorar su profundidad en este espacio tridimensional. Hoy transcurre el año 2018, un 18 de febrero cuando comienzo escribiendo mi bienvenida a los lectores ambulantes que por arte de magia, casualidad o curiosidad se encuentren leyendo estas lineas.
Bienvenidos este proyecto tan anhelado y gestionado tan “ambulantemente”.